Caminantes
Con personalidad viajera, Lorraine reelabora vistas que nos remiten a las imágenes de los artistas viajeros de finales del siglo XVIII en busca del exotismo y la aventura americana.
En este trabajo se figuran ciertas ideas del romanticismo: la posibilidad de encontrar en la magnánima e inconmensurable naturaleza, lo sublime. Pero sus capas de agua y color también nos hablan de las sensaciones de los caminantes durante el transcurrir del viaje. El foco en la meta se corre y da lugar a la idea de espíritu paciente de quien sabe esperar, aquel que aminora el paso y se detiene a escuchar, aunque en movimiento, aquello que lo rodea y constituye ese instante. Sus picos montañosos, escenas de polvo en suspensión, están medidos por la mirada de estos caminantes que nos sitúan ante la ambigüedad de quien percibe sus propios límites, y a su vez se siente parte del todo en completa armonía.
